Perdida de audición por ototoxicos

Los primeros casos descritos de daños irreversibles en la cóclea tuvieron lugar tras el descubrimiento y uso de la estreptomicina, un antibiótico usado en el tratamiento de pacientes con tuberculosis. Desde entonces hasta la actualidad se ha constatado que determinados antibióticos, los diuréticos, agentes anti-tumorales y los salicilatos presentan algún tipo de ototoxicidad.

No debemos olvidar que nuestro propio cuerpo está constituido por un sinfín de compuestos químicos y que las funciones vitales son, esencialmente una serie de reacciones químicas que se autorregulan.

Cualquier sustancia química interacciona con el organismo alterando este equilibrio. Por tanto, todo agente químico puede ser tóxico o nocivo

Antibióticos

Los efectos ototóxicos de los antibióticos aminoglucósidos son los más documentados en la bibliografía médica.

Los usados más habitualmente son: amikacina, gentamicina, tobramicina, kanamicina, neomicina y estreptomicina.

La ototoxicidad de los aminoglucósidos se manifiesta en forma de pérdidas auditivas en las frecuencias altas (8-12 kHz) que se propagan hacia frecuencias más bajas a medida que continúa el tratamiento.

Existen una serie de factores que potencian la ototoxicidad de los aminoglucósidos, entre los que destacan los siguientes:

  • Sensibilidad especial del individuo a estos medicamentos.
  • Tratamientos de duración superior a diez días.
  • Edad del paciente. Mayor sensibilidad en niños y personas de edad avanzada.
  • Tratamientos previos con antibióticos de la misma familia.
  • Pérdida auditiva previa.
  • Uso combinado con diuréticos.

Diuréticos

Son medicamentos que provocan la eliminación de líquidos corporales. Su uso más habitual es el tratamiento de la disfunción renal, cardiaca, hipertensión, etcétera.

Los diuréticos para los que se han encontrado mayores evidencias de ototoxicidad son la furosemida, el ácido etacrínico y la bumetanida.

La administración de diuréticos pude provocar pérdida de audición y acúfenos. No obstante, estos efectos son temporales y desaparecen totalmente tras la eliminación del fármaco del cuerpo.

Por otro lado, los diuréticos potencian los efectos ototóxicos de los antibióticos aminoglucósidos y la furosemida, en concreto, potencia los efectos ototóxicos de ciertos metales pesados como el cadmio.

Salicilatos

Son derivados del ácido salicílico.

Los medicamentos que contienen salicilatos pueden provocar acúfenos de forma temporal y reversible. Sus efectos desaparecen después de entre 24 y 72 horas tras la administración del medicamento.

Agentes anti-tumorales

El cis-platino es un medicamento usado habitualmente en el tratamiento del cáncer. Su uso puede destruir las células ciliares.

Las pérdidas auditivas comienzan en las frecuencias más altas, desplazándose posteriormente a frecuencias más bajas. Debido al daño celular, la pérdida de audición es irreversible.

Sustancias ototóxicas profesionales

La pérdida de audición debida a la exposición de compuestos químicos presentes en el medio laboral se ha estudiado los últimos veinte años con resultados muy significativos.

– De entre todos los disolventes orgánicos que se usan en la industria hoy en día, los efectos ototóxicos de los disolventes aromáticos son los más documentados. se ha demostrado la ototoxicidad de otros disolventes orgánicos no aromáticos como el n-Hexano, y el tricloroetileno.

El tolueno forma parte de la composición de pinturas y barnices, el estireno se usa en procesos de fabricación de resinas y ambos, junto con el xileno y etilbenceno, están presentes en muchos otros sectores industriales.

Estos compuestos orgánicos tienen en general bajos puntos de ebullición, lo que les convierte en sustancias muy volátiles y de fácil inhalación. Sus efectos en el organismo van desde la irritación de los ojos y mucosas nasales hasta la generación de tumores.

Asfixiantes: Monóxido de carbono y ácido cianhídrico

El monóxido de carbono (CO) y el ácido cianhídrico (HCN) son dos gases asfixiantes muy peligrosos presentes en el medio profesional.

Mediante experimentación animal se ha comprobado recientemente que si bien el CO y el HCN no producen por ellos mismos una pérdida auditiva, en combinación con el ruido potencian los efectos negativos de éste. Se ha demostrado que una exposición no peligrosa al ruido puede serlo si están presentes alguno de estos dos gases.